lunes, 30 de noviembre de 2015

4:36 pm.

Diciembre tiene algo especial, (en realidad aún es noviembre pero para mi diciembre ya llegó) tiene luz.
Mucha más luz que los otros meses, tiene un sol inmensamente brillante, y es cálido, cálido como ninguno otro. Se siente tibio en la piel y calienta el corazón lo suficiente, la temperatura perfecta.
Mientras caminaba y veía ese sol decidí dejarme llevar por el; entrar en paz con todo, con el universo, conmigo. Me dejé llevar por ese sol tibio y cálido que iluminaba todo a su paso. En medio de los edificios hacia estrellar su luz y creaba una sombra resplandeciente. Se veía por encima de los rostros desesperados de la capital, llenos de desespero y corriendo en medio de todos, nadie notaba lo que pasaba en el cielo. Un sol inmenso trataba de hacerse ver, cálido y tibio. Pero nadie lo percibía. Entonces yo decidí dejarme llevar, caminar lento con el sol como compañía. Observé cada sombra, observé como unas nubes negras intentaban luchar con el pero fui imposible ganarle. A las 4:36, tal vez más tarde, sentí como el cálido sol de diciembre me abrazaba. Me dejé llevar, y es que diciembre es hermoso. A las 4:36, a las 5:00 o de media noche, no importaba; diciembre es hermoso y su sol nunca se oculta.